Todo empezó con Google, hace 20 años. La gente le preguntaba cosas y el sistema —lo que más se parecía a una especie de robot invisible al otro de la pantalla— les contestaba. Desde entonces los seres humanos no han parado de comunicarse con los ordenadores , primero rellenando formularios y presionando botones, y después a través de cada vez más sofisticados sistemas de asistencia personal como Siri o Alexa. Cada vez más, se espera que los dispositivos informáticos comprendan preguntas o comandos. El problema, explican los expertos, es que el lenguaje de los ordenadores es literal, mientras que el lenguaje humano es ambiguo y complejo. Y todavía no existe un puente entre los dos. "Las máquinas están preparadas para acceder a la profundidad y amplitud de toda la información en el mundo, si solo pudieran entender lo que les estamos pidiendo", comenta Jonathan Berant, catedrático de inteligencia artificial en la Universidad de Tel Aviv y experto en el procesamie